El Talento: ¿Se Nace o se Hace?

el talento se nace o se hace

El talento no es solo un don, también podemos trabajar para desarrollarlo

Se suele pensar que si no se nace con talento para determinada actividad, ya no hay nada que hacer. Sin embargo, el esfuerzo y la constancia, son las mejores formas de desarrollarlo

El talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia, sostenía el escritor francés Gustave Flaubert.  Flaubert comenzó siendo un escritor mediocre, un mero imitador, para ser el genio que fue se impuso una disciplina muy férrea. Muchos especialistas sostienen que el talento no se tiene, sino que se conquista.
Lo que dicen los expertos
Dan Coyle, que ha investigado como y donde florece el genio del ser humano, sostiene en su libro Las claves del talento,  que este no tiene tanto que ver con los genes. Según él, se cultiva.
el talento se educa
Por su parte, Malcolm Gladwell, periodista de The Washington Post y The New Yorker que también ha investigado sobre el tema, se pregunta: ¿Existe el talento de forma innata?… según el escritor, la respuesta es que sí. Gladwell, además investiga también el éxito, y afirma que: «El éxito es talento más preparación. Pero cuanto más miran los psicólogos las carreras de los mejor dotados, menor les parece el papel del talento innato….y mayor el que desempeña la preparación«.

El talento: ¿se nace o se hace?

Según el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, talento es «la inteligencia triunfante«….la inteligencia que resuelve los problemas y avanza con resolución, sostiene el autor en su libro, La educación del talento.
Existen muchas inteligencias diferentes, según Marina, por ende también hay muchos genios distintos: científicos, financieros, musicales, atléticos, etc, cada uno de los cuales supone un especial tipo de destreza.

 «La excelencia es un hábito» (Aristóteles)

Robert Sternberg, uno de los más respetados científicos actuales en temas de inteligencia, denomina «inteligencia exitosa» a lo que Marina llama talento. Es la inteligencia que se emplea para lograr objetivos importantes. Mucho más extensa que lo que miden los tests de inteligencia porque incluye la gestión de las emociones, el esfuerzo o la resistencia a la frustración.

Las personas que poseen esa aptitud básica no dependen demasiado de las motivaciones externas, sino que saben automotivarse; aprenden a controlar sus impulsos; saben cuando perseverar y cuando cambiar de objetivo.

Que papel desempeña el esfuerzo

Según  Coyle, prácticamente lo es todo. Desde Darwin, la forma tradicional de considerarlo, ha sido esta: los genes (la naturaleza) y el entorno (la educación) se combinan para convertirnos en lo que somos. Si bien en parte eso es cierto, cuando se trata de explicar el talento humano, es un modelo vago e impreciso

 La regla de las 10.000 horas

 «…los hombres no se diferencian mucho en cuanto a intelecto; solo en ahínco y trabajo duro» (Charles Darwin)

Las grandes habilidades en cualquier campo (piano, ajedrez, matemáticas, escritura, deporte, etc.)  requieren aproximadamente diez años de práctica intensa; eso es lo que sostienen  investigadores como  Bill Chase, Anders Ericsson y Herbert Simon.

Boby Fischer, el famoso campeón de ajedrez, necesitó practicar con mucha disciplina durante nueve años para conseguir, a los 17, el título de gran maestro. La regla de los 10 años, o de las 10.000 horas, significa que todas las habilidades se crean utilizando el mismo mecanismo fundamental. No existe ningún tipo de célula que posean los genios y no tengamos el resto de los humanos.

El experimento

Ericsson realizó un estudio de referencia junto con dos colegas de la Academia de Música de Berlín. Dividieron a los violinistas en tres grupos.

  • Grupo  1: los estudiantes con un gran potencial.
  • Grupo  2: los simplemente buenos.
  • Grupo 3: los estudiantes que tenían escasas posibilidades de llegar a tocar profesionalmente y pretendían ser profesores de escuela.

Se les interrogó sobre las horas de práctica durante el curso de toda su carrera.

Todos habían empezado a tocar cerca de los 5 años de edad; aproximadamente la misma cantidad de horas, unas dos o tres por semana.

Las diferencias surgían a partir de los 8 años. Los estudiantes que terminaban como los mejores de su clase comenzaban a practicar más que todos los demás, y a los 20 practicaban más de 30 horas semanales.

 

Los músicos de élite habían acumulado 10.000 horas de práctica cada uno. Mientras que, los estudiantes buenos a secas habían sumado 8.000 horas. Y los futuros profesores de música solo 4.000.

Ese mismo patrón se repitió con pianistas profesionales. Lo más llamativo del estudio de Ericson, es que no encontró músicos natos, que se dirigieran sin esfuerzo hasta la cima practicando solo una fracción del tiempo que necesitaban sus pares.

Una vez que un músico ha demostrado capacidad suficiente para ingresar en una academia superior de música, lo que distingue a un intérprete virtuoso de otro del montón, es el esfuerzo que cada uno dedica a practicar. Y eso no es todo…los que están en la misma cumbre trabajan mucho, mucho más que todos los demás.

Cerebro y talento

Cada vez son más los neurólogos que consideran a la mielina como la clave de la adquisición de habilidades. Toda habilidad humana, ya sea jugar al basquet, dibujar o interpretar a Bach o Pachelbel, proviene de una cadena de fibras nerviosas que transmiten un pequeño impulso eléctrico.

La mielina rodea las fibras nerviosas. Permite que la señal sea más fuerte y veloz porque impide que se escapen del circuito los impulsos eléctricos. Cuando practicamos, esta lipoproteína responde cubriendo el circuito neural y añadiendo, en cada nueva capa, habilidad y velocidad. Es decir, se multiplica la capacidad de procesamiento de la información.

 Mucha práctica y mielina
 «El talento es algo bastante corriente. No escasea la inteligencia, sino la constancia» (Doris Lessing)

En el año 2005 se escaneó el cerebro de varios concertistas de piano y se descubrió una relación directa entre las horas de práctica y esta materia blanca. Cuanto más se activa el nervio, mayor es la cantidad de esta lipoproteína que lo envuelve.

Se hace necesaria una práctica intensa. La aparente paradoja: aquellas experiencias en las que al principio cometemos más errores, errores que nos obligan a ir más despacio, son las que nos hacen más talentosos.

En síntesis, al talento se lo puede uno mismo trabajar…la receta?. Practicar, practicar, errar, fracasar, aprender, y  volver a intentarlo una y otra vez.

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